August 2010

Después de dar la paliza a Piluca (y, por proximidad, también a Elena) durante meses y meses, que realmente no sé cómo me siguen hablando, han organizado un súper viaje a las Islas Cíes, según The Guardian, hogar de las mejores playas del mundo: http://www.guardian.co.uk/travel/2007/feb/16/beach.top10

No sé si serán las playas más bonitas del mundo, pero desde luego tienen una arena blanca y el mar es de un azul turquesa que parece que una está en el Caribe (no lo conozco, pero me lo imagino así) y no en la costa gallega. Eso sí, cuando te acercas al agua, no hay confusión posible... está congelada!!!

Además de las playas, las islas tienen unos bosques de pinos muy chulos y 3 faros (que digo yo que para qué necesitan tantos, pero todo sea por la seguridad de los barquitos). En la subida a uno de estos faros hay unas vistas espectaculares de la otra isla, a la que sólo se puede acceder en transporte privado (siempre ha habido clases):

Una vez llegas al faro, se ve el otro lado de la isla, que parece un poco más salvaje y que no nos dio tiempo a explorar, a pesar de quedarnos en el camping de la isla a dormir. Lo cual nos permitió disfrutar de la playa de Rodas vacía al atardecer, ver la puesta de sol y contemplar millones de estrellas (algunas fugaces) por la noche en la puerta de nuestra tienda. El camping está en un sitio privilegiado, aunque está un poco desorganizado para la cantidad de gente que hay.

La única pega que le pongo a las Cíes es que están un poco masificadas, a pesar de que hay un cupo de personas diarios. Aunque también es verdad que fuimos en fin de semana y que hacía un tiempo estupendo y supongo que eso hace que más gente se anime a ir.

Aunque el post esté dedicado a las Islas Cíes, no puedo dejar de mencionar lo mucho que me ha gustado Pontevedra (que conste que no es peloteo). Tiene un millón de plazas y otros tantos bares, con sus terracitas. Os dejo una muestra de una de ellas:

El primer sello en mi nuevo y reluciente pasaporte (que sólo me ha costado conseguir 3 visitas a la policía y un escrito muy elocuente) lo he obtenido en Turquía. Así que puedo considerar este viaje el comienzo de mi vuelta al mundo, aunque haya sido más bien una visita a unos amigos que un viaje de turismo. Antes de cruzar el charco quería ir a ver a mi amiga Basak y conocer a su hija Janset. Es extraño cómo hay gente a la que no ves en muchísimo tiempo (3 años, por ejemplo), pero que sabes que están siempre ahí y cuando vuelves a verte parece que no ha pasado el tiempo.

Los 4 días que he pasado en Izmit, una ciudad cerca de Estambul en el golfo del mar de Mármara, han sido muy tranquilos. Entre el calor asfixiante que hacía (más de 35º y una humedad del 90%) y las necesidades del bebé, nos hemos centrado en comer, charlar y volver a comer (se puede pedir más?). Creo que no he comido tanta carne en meses, pero qué rica estaba!! Entre eso y el helado con pasta de avellanas, invención de Nusret y que sabe como si te estuvieras comiendo Nutella fresquita, creo que he cogido todas las energías necesarias para dar la vuelta al mundo un par de veces.

Además de las sesiones gastronómicas, subimos a una estación de esquí que hay a unos 20 kms y donde la temperatura era unos 10 grados menos, dimos un paseo por el centro de la ciudad (que, la verdad, no tiene mucho) y pasamos un par de tardes en un parque muy bonito que hay junto al mar con césped, columpios y restaurantes.

Os dejo también unas fotos de los orgullos padres con su niña: